“Me encontré entonces, en medio de aquel océano de dudas, que tantas noches me habían quitado el sueño, llegando a veces al límite de casi abandonar el proyecto, - le explicaba a Alejandro- quizá lo más difícil de mi carrera… pero también sabía que si salía bien, pasaría a la historia… Llegué a pensar mucho en la gran obra de ingeniería, que sin duda era costosa, pero además sabía que sería el centro de referencia cultural jamás construido… Y lo mejor de todo fue cuando pensé en el nombre que llevaría: Alejandría.
Sí, sin duda, el proyecto era grande y ambicioso, ya que no había
reparado en gastos, por lo que quise que combinara jardines, salas de
tertulias, bibliotecas, laboratorio, siempre
pensando en lugares donde los jóvenes aprendices como tú, pudiesen adquirir conocimientos, referencias,
experiencias… Y lo cierto es que me dije a mí mismo que este sería mi gran
legado… y si el tiempo lo permite, mi hijo Filadelfo seguirá mi sueño…”
Ptolomeo se dirigía entusiasmado junto
al joven Alejandro, que le escuchaba con asombro, hacia las puertas de la
Gran Biblioteca. Por fin iba a mostrarle a su joven aprendiz las obras que ya
casi estaban terminando de aquel glorioso proyecto, lo que durante tanto tiempo
había sido un sueño y había dibujado tantas veces en su cabeza. Ahora, poco a
poco iba tomando cuerpo.
“Alejandro, en esta Biblioteca entrarán obras de Grecia y Persia… de
todos aquellos lugares que los navegantes sean capaces de visitar en sus rutas,
así que no olvides nunca que aquí guardaremos nuestra historia.” - Ptolomeo
suspiró profundamente y abrió la gran puerta.
Basado en la historia de la fundación de
la Antigua Biblioteca de Alejandría,
a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo.
la Antigua Biblioteca de Alejandría,
a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo.